El pasado sábado 6 de mayo, fue coronado Carlos III como nuevo rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, en una ceremonia religiosa y estatal, enmarcada en las formalidades y el protocolo tradicional que caracteriza a la monarquía británica desde el siglo XVI, a la que se dieron citas otros monarcas, jefes de Estado y de Gobierno de la comunidad internacional.
Miles de espectadores alrededor del mundo, observaron el acto ceremonial como un hecho histórico, pues no ocurría algo parecido desde el 2 de junio de 1953, cuando la fallecida reina Isabel II, ascendió al trono tras la muerte de su padre el rey Jorge VI en 1952. Hoy, la humanidad ha sido testigo espectador del acontecimiento que representa una nueva era en dicha monarquía.
En el nuevo orden mundial y la reconfiguración de hegemonías que vivimos, a lo que se suman, los efectos aun persistentes de la pandemia del COVID 19, la desaceleración de la economía mundial, por un lado, y las economías emergentes por otro; el conflicto armado en Europa del este, que muestra un escenario convulso, me pregunto: ¿puede el nuevo rey garantizar la integridad, la estabilidad y las tradiciones dentro y fuera del Reino Unido?
Cabe señalar, que Carlos III asumió además de Jefe de la Iglesia anglicana, como Jefe de Estado del Reino Unido y de otros 14 Estados independientes constituidos en reino, basados jurídicamente en una Unión Personal, que forman parte a la vez de la Mancomunidad de Naciones (MN) o Commonwealth of Nations, la cual cuenta con 56 países miembros.
Se ha visto a través de la historia, que todo evoluciona para bien o para mal y, que existen naturales diferencias entre todos los pueblos; entre ricos y pobres, y entre todos los hombres y mujeres, donde cada uno lucha por su mejor interés. Precisamente, en el contexto actual de un mundo globalizado, competitivo, informatizado y en constante conectividad, donde no hay barreras para que las personas pregunten sobre todo y por todo, como sucedió con un grupo de ciudadanos y ciudadanas que protestó en Londres y en los países miembros de la Mancomunidad de Naciones, en contra de la continuidad de la monarquía, al tiempo que cuestionaban la majestuosidad de la ceremonia, recordando que parte de esa vistosidad es el resultado de lo que obtuvo el antiguo imperio británico de sus colonias.
Además, la situación política interna del Reino Unido, que desde el 2019 tuvo tres primeros ministros, la salida del Reino Unido de la Unión Europea (el conocido BREXIT), que impone unos reajustes propios del proceso, de acciones y decisiones que permitan mantener entre otros temas, la integridad de la Mancomunidad de Naciones y el liderazgo británico. Ante esa realidad desafiante, ¿cuál es la visión imperial del nuevo Rey?. Pienso que si en las filosofías orientales se dice que: en todo lo bueno siempre hay algo de malo y en todo lo malo siempre hay algo bueno, la entronización de Carlos III, puede ser una oportunidad para promover un cambio y ser el mentor de un proceso de transformación como lo fue su extinta madre frente a los grandes cambios globales que impactan su reinado.
Esperamos que el pueblo británico y sus autoridades den pasos adelante en pro del bienestar de todos sus conciudadanos y por la continuidad de los aportes y la cooperación que han dado a la humanidad.
Lucy Arraya