El nuevo Papa, León XIV, nacido como Robert Francis Prevost Martínez el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Estados Unidos, tiene vínculos con la República Dominicana. Aunque es estadounidense de nacimiento y posee doble nacionalidad peruana debido a su extensa labor misionera en Perú, también tiene derecho a la nacionalidad dominicana. Esto se debe a que su madre, Mildred Martínez, es de ascendencia española y dominicana, lo que le otorga una conexión directa con la República Dominicana .
Además, en 2006, cuando se desempeñaba como Superior General de la Orden de San Agustín, visitó la ciudad de La Vega en la República Dominicana, fortaleciendo aún más sus lazos con el país .
Por lo tanto, aunque no nació en la República Dominicana, el Papa León XIV tiene raíces dominicanas a través de su madre y ha mantenido una relación cercana con el país a lo largo de su vida.
La elección del Papa León XIV marcó un hito en la historia reciente de la Iglesia Católica. Proveniente de una orden jesuita y con raíces profundas en el trabajo pastoral en América Latina, su pontificado ha sido caracterizado por una apertura notable hacia reformas sociales, una defensa radical de los derechos humanos y un diálogo permanente con las realidades del sur global. Este Papa progresista ha captado la atención del mundo por su estilo pastoral, su lenguaje claro y su cercanía con los más vulnerables.
Orígenes y formación
León XIV, nacido como Cardenal Antonio de Jesús Ruiz, fue arzobispo de Medellín, Colombia, antes de ser elegido al trono de San Pedro. Su formación teológica se dio en la Universidad Gregoriana de Roma, pero su espíritu pastoral se forjó en las comunas populares de América del Sur, donde trabajó codo a codo con comunidades marginadas.
Desde su tiempo como sacerdote, se destacó por su defensa de los derechos indígenas, su compromiso con la justicia climática y su apoyo a los movimientos sociales pacíficos. Fue un firme crítico de las estructuras de poder eclesial que, según él, “se olvidaban del Evangelio encarnado en el rostro del pobre”.
Conexión con América Latina
América Latina no solo es su lugar de origen, sino también el eje moral de muchas de sus propuestas. León XIV ha realizado más visitas pastorales a países latinoamericanos que cualquiera de sus predecesores recientes. Ha mantenido un diálogo constante con líderes indígenas, campesinos y comunidades afrodescendientes, y ha reforzado el rol de la Iglesia como aliada de las luchas territoriales y ecológicas.
En una histórica visita a Brasil, dijo:
“La Amazonía no es sólo un pulmón verde, es un clamor espiritual que nos interpela. No defenderla es una forma moderna de idolatría económica.”
Ideas progresistas y reformas
León XIV ha impulsado cambios que han sacudido a los sectores más conservadores del Vaticano. Entre sus reformas más notorias se destacan:
- Inclusión de las mujeres en puestos de liderazgo eclesial, proponiendo incluso su acceso al diaconado.
- Revisión del celibato sacerdotal, especialmente en contextos rurales y amazónicos donde la presencia clerical es escasa.
- Apertura al diálogo con la comunidad LGBTQ+, con un llamado a reconocer “la dignidad plena de todas las personas, independientemente de su orientación sexual”.
- Transparencia financiera y descentralización del poder eclesial, fortaleciendo las conferencias episcopales regionales.
- Apoyo a la teología del pueblo y la ecología integral, influenciado por su admiración por figuras como Monseñor Romero, Gustavo Gutiérrez y el Papa Francisco.
Críticas y resistencias
Su estilo directo y sus reformas han generado incomodidad en ciertos sectores tradicionales dentro del Vaticano. Algunos lo acusan de relativismo teológico, aunque él se defiende diciendo:
“No es relativismo, es discernimiento encarnado en la historia viva de nuestros pueblos.”
Aun así, su carisma y coherencia evangélica han ganado amplio respaldo entre jóvenes, laicos y movimientos populares.
Conclusión: Un pontificado de esperanza
León XIV representa una Iglesia en salida, profundamente conectada con los dolores y esperanzas del mundo moderno. Su pontificado, aunque joven, ya se perfila como un tiempo de transición hacia una Iglesia más horizontal, comprometida y dialogante. Para muchos en América Latina, es un hijo de su tierra que volvió a Roma no a imponer, sino a escuchar y sembrar esperanza.