TULSA, Oklahoma — Las mujeres han pasado décadas intentando olvidar, pero algunos recuerdos las atormentan. La forma en que el pastor de niños las abrazó. Las aterradoras historias que les contó sobre demonios y la calidez en su voz al prometer protegerlas. El frío de sus manos en partes de sus cuerpos donde ningún hombre adulto debería tocarlas. La sangre que algunas encontraron en su ropa interior después.
Aún pueden recordar los espacios donde ocurrió: la guardería de una iglesia. El dormitorio de su infancia. Su garaje durante una pijamada de un grupo de jóvenes.

Este, dicen, es el oscuro secreto tras el ministerio público de Joseph Lyle Campbell, un magnético predicador pentecostal que se ganó una base nacional de seguidores con apasionados sermones sobre el pecado, la salvación y la decadencia moral de Estados Unidos. Según Campbell, era adolescente cuando Dios le encomendó una misión: compartir su amor por Jesús con los niños. En las décadas transcurridas desde entonces, mientras evangelizaba de iglesia en iglesia por el sur y el medio oeste, ha enfrentado reiteradas acusaciones de abuso sexual infantil, según una investigación de NBC News.

“Joe Campbell debería estar en la cárcel”, dijo Cheryl Almond, quien afirma que la atrajo a su casa cuando era adolescente, la empujó a una cama y la penetró con el dedo. “Solo rezo para que algún día pueda oír a un juez decirle a Joe: 'Eres culpable, y aquí está tu sentencia’”.
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